Gobernar por discurso: Si se implementa, o si se aprueba la iniciativa, es previsible un vendaval de litigios que serán contraproducentes para la actual administración. Por eso pensamos que es imperioso corregir el rumbo El orden constitucional está en entredicho. El jueves pasado atravesamos una delgada línea con la publicación del decreto presidencial que establece medidas de austeridad. El documento pasará, por malas razones, a los anales de la historia del derecho nacional. Más cerca de Santa Anna que de Juárez, el presidente quiere gobernar por decreto. Así, su palabra se transformó en norma, ignorando la Constitución, las leyes y los principios más básicos del Estado constitucional de derecho. Se desdibujó el gobierno de las leyes y mostró su rostro el gobierno de los hombres.
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